Pensamientos de una Mente Bohemia

Pensamientos Enajenados

Posted by admin on April 9, 2017 in Cuentos with No Comments


CARLITOS EN EL MUNDO REAL

          Las primeras horas de la madrugada comenzaban a correr, de aquel día que empezaba a nacer.

La llovizna, a través de la ventana, parecía una fina cortina gris transparente.

El farol de la acera quería imponerse ante aquel efecto de la naturaleza, pero todo era en vano, a pesar de la fuerte luz que emanaba más se veía la lluvia que no cesaba de caer, cubriendo con un manto transparente y brillante el asfalto de la triste calle.

La luz ya se miraba tenue, por el por efecto de la lluvia. Y allí estaba él, con sus ojitos bien abiertos justo a la ventana de su habitación.

Ya sus padres, hacían varias horas le habían dado la bendición para que fuera a dormir, lo cual no había hecho.

Hay un anhelo de hace muchos años que no dejaba a los párpados de Carlitos que se cerraran en las noches.

Carlitos quería ser tan poderoso como aquél. Sí, como aquel gigante que tenia el poder y control de todos los demás.

Carlitos no resistía la pobreza que embargaba a sus padres, por eso su anhelado sueño de ser como el Gran Señor , hombre de una enorme estatura y muy rico, y así salir de la miseria en que estaba sumido.

La lluvia caía más fuerte y él seguía postrado a la ventana.

¡Cuán grande fue la sorpresa; ante su tierna mirada, que se perdía entre el farol y la llovizna, aparecía la figura del Gran Señor!.

Su vestimenta era bella, lujosa, y a través de la cortina de gotas de lluvia, y claro está…por el farol, su ropa despedía un destello que iluminaba todo su alrededor.

_¿Y tú quien eres, y que haces despierto a estas horas, niño? -preguntó el Gran Señor, acercándose a la ventana sin preocuparle la torrencial lluvia.

Todavía perplejo, por tener tan cerca a su héroe, y ver su inigualable grandeza contestó diciendo:

_Soy Carlos…pero todos me llaman Carlitos. Estoy despierto siempre a estas horas y pienso algún día ser como usted, es el deseo que tengo de toda mi vida.

Con una sonrisa de regocijo el Gran Señor miró fijamente a la diminuta figura que lo miraba a él de igual forma desde la habitación.

_¿Cuántos años tienes?.

_Cumplí ayer siete, señor -respondió con una amplia sonrisa mostrando la carencia de sus incisivos centrales superiors.

_Y qué es lo que te atrae más de mí, hijo.

Con sus pequeñas manitas sosteniendo su cabeza y poniendo sus codos en la ventana se recostó de ella, y se sorprendió al ver que la vestimenta del Gran Señor brillaba más y su faz adquiría más belleza.

_¡Todo Gran Señor, todo!. Quiero ser tan rico como usted, poderoso, con rostro y vestimentas llenas de belleza.

_Para eso tienes que actuar como yo, Carlitos.

_¿Y cómo actúa usted, Gran Señor? -preguntó intrigado.

_Sígueme y aprenderás -le contestó y prosiguió su camino alejándose del niño.

Carlitos un poco ofuscado le gritó:

_Pero está lloviendo -no recibió contesta alguna.

Buscó en la habitación algo para cobijarse, sólo encontró su sábana blanca. Vistiendo su pijama, y descalzo, saltó por la ventana.

Cubrió su pequeño cuerpo con la sábana, que en la parte baja adquiría unos pequeños puntos marrones, producto de las gotas de agua sucia que salpicaban los pies desnudos de Carlitos al hacer contacto con los charcos.

Corrió tras de él y pudo divisar, a lo lejos, la radiante luz que despedía.

Mientras corría, bajo la lluvia, encontró a un hombre parado en la puerta de su casa hablando en alta voz.

_¡Maldito seas, me quitas todo lo que tengo!.

Dejando ver sólo su rostro, a través de la sábana, Carlitos se acercó al hombre y le preguntó:

_¿Quién le quita todo?, buen hombre.

_El Gran Señor, hijo -contestó con unos ojos que denotaban sufrimiento.

Miró con odio al hombre que denigraba a su ídolo y se marchó sin mediar palabras.

En su trayecto tras el Gran Señor encontró una anciana que lloraba bajo un árbol, y sus lágrimas empapaban más su vestido que la intensa lluvia que caía.

_Señora, ¿por qué llora?.

_¡Oh niño, no te imaginas la tristeza que me embarga! -tomando una de las mangas de su raída bata y enjugando su manantial de llanto.

_¿Y qué tán grande es su tristeza?.

_El Gran Señor me exige y obliga que debo darle la mitad de la cosecha de mi huerto, y eso lo tenía para los regalos de Navidad de mis nietos, y … .

No terminó de escuchar a la viejecita y, corriendo, continuó tras el Gran señor.

_Anciana mentirosa -masculló en voz baja.

Luego se encontró a dos niños, de su edad, que estaban desnudos y les interrogó.

_Por qué a estas horas y con este tiempo desnudos los dos. ¿Es que también piensan como yo del Gran Señor?.

_El Gran Señor nos quitó nuestras ropas y se llevó a nuestros padres para que trabajen en su plantación. Nos hemos quedado solos y tristes, y sin nada de alimentación, porque él también se la llevó.

Mientras más caminaba las quejas, lamentos y tristezas aumentaban por culpa del Gran Señor, y su ilusión de ser como él se fue esfumando al ver tantos despojos y humillaciones.

Detuvo su marcha y regresó a su casa entrando por la ventana que había saltado y penetradp al mundo desconocido.

Mojado, y temblando de frío, observó que a lo lejos el Gran Señor venía.

Teniéndolo, de nuevo, frente a sus ojos le dijo con voz clara:

_No quiero ser como usted, prefiero seguir siendo pobre y no hacerle mal a nadie. No deseo perjudicar a los demás, ni robarles lo poco que tienen para yo tener más. Su belleza es por fuera, pero, su alma es fea. Y ahora, observándolo bien -acercándose a su cara y mirándolo con arrogancia y sintiendo repugnancia-; usted es igual por dentro y por fuera, parece que la lluvia ha borrado su brillantez e inigualable belleza.

Lloró, de rabia y dolor, por haber querido ser como el Gran Señor. Este se marchó y Carlitos se quedó mirando la lluvia y el solitario farol.

 

FIN

ANTONIO VIRGIL-FAWCETT

Antonio Virgil-Fawcett

Antonio Virgil-Fawcett estudio Comunicación Social en la Universidad Central del Este, en República Dominicana. Es un apasionado de las letras y la fotografía. Pensamientos Enajenados es su primer proyecto de corte poético. Ha escrito cuentos y novelas, no publicados todavía. Sus fotos pueden ser vistas en sus medios sociales de Flickr e Instagram. Periodista deportivo en el diario El Nacional, donde tenía la columna El Mundo De La Velocidad, en Santo Domingo. Colaborador y Articulista de la revista oficial del Gran Premio Marlboro de Automovilismo 1989, en Santo Domingo. Director Ejecutivo y Articulista del periódico Extra Deportes en Miami Florida. Coordinador y Articulista de la revista Estelar 1999, Miami Florida. ©Antonio Virgil-Fawcett, All Rights Reserved. These writings and pictures are not available for use on websites, blogs or any other media without the explicit written permission of the writer. ©Antonio Virgil-Fawcett, Todos los derechos reservados. Estos escritos y fotos no están disponible para su uso en sitios web, blogs o cualquier otro medio sin la autorización expresa y por escrito del escritor.